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Álvaro Monfort
Jueves, 05 de Agosto de 2021 Tiempo de lectura:

El proyecto Blat de la Marina ya cuenta con más de 54 hectáreas

La asociación Mercat del Riurau logra adquirir una segadora y trata ahora de involucrar a más hosteleros y empresarios para dar salida al trigo que se cultiva a las faldas del Montgó

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Quién iba a decir que la conmemoración del primer aniversario del Mercat del Riurau de Jesús Pobre iba a suponer una revolución agrícola en la Marina Alta. Así es, l’Associació Sociocultural del Mercat necesitaba disponer de gavillas de trigo para celebrar la Festa del Batre (de la trilla) y festejar el primer año de vida de una iniciativa totalmente consolidada en la comarca como uno de los grandes atractivos domingueros. La primera celebración gustó y después de tres años buscando gavillas (garbes en valencià), traerlas desde Carrícola o segarlas, incluso, en Tollos; se llegó a un “Xé, busquem a altres llocs, quan estem a una terra que era productora de blat fa dècades”.

 

La conclusión dio paso a la ilusión, sobre todo de los agricultores y panaderos a los que les picó la curiosidad de constatar si aquella tierra recordaba lo germinado y trabajado en el pasado, si se podría recuperar la destreza de aquellos hombres y mujeres que molían el trigo e, incluso, llegar a amasarlo y obtener un producto de calidad 100% autóctono. Como el de antes.

 

Y si, la tierra tiene memoria. Según cuenta Carles Hostalet, coordinador del proyecto Blat de La Marina, uno de los socios del proyecto trajo una antigua semilla de las que se cultivaban antaño a los pies del Montgó. Y recuperar las simientes del pasado supone, en este caso, traer al presente la identidad olvidada o arrinconada. “Poner en valor lo que es nuestro y, en definitiva, recuperar autoestima” A día de hoy, el proyecto de recuperación Blat de La Marina tiene cosechadas 85 fanegadas (más de 54 hectáreas).

 

 

Sin embargo, acercar el ayer al momento actual, tiene sus ventajas y una de ellas es la modernización tecnológica que facilita las arduas tareas del campo. Recientemente, desde Blat de La Marina se lanzó una atractiva propuesta de crowdfunding (recogida colectiva de fondos) para la adquisición de una segadora que permitiese llevar a cabo la siega antes de que finalizase junio y dejar de depender de alquilar una todos los años con el consiguiente gasto que suponía.

 

La campaña ha sido un rotundo éxito y desde la organización creen que esto ha sido gracias a que “todo el mundo es consciente de lo que propicio para el bien común y este proyecto lo es a nivel paisajístico, biológico, económico e identitario”.

 

 

Vicent Mahíques participa en el grupo de trabajo que coordina la siembra y recogida del trigo y cuenta cómo cada año se están recuperando más bancales abandonados y el interés de muchos propietarios de ceder sus tierras para la consolidación de la iniciativa. “Es una forma de cambiar el paisaje y transformar zonas que estaban perdidas en campos rurales vivos”, explica. De las dos variantes originarias con las que se inició el cultivo, ahora cuentan con seis diferentes (rojal, fartó, asolacambres, amorós blanc, amorós colorat y xeixa) que son óptimas para hacer pan y harina.

 

El proyecto tiene como fin recuperar la productividad agrícola de campos en Xàbia, Dénia, Gata de Gorgos y Jesús Pobre; a través del cultivo de distintas variedades autóctonas de trigo que predominaban en la zona antes del monocultivo de la pasa. Las mismas que antaño se cultivaban en lo que se conocía como “el granero de La Marina” (Jesús Pobre). Buena prueba de ello es el patrimonio arquitectónico de molinos que aún se alzan, en los peñones más destacados del valle o en La Plana de Xàbia. “Se cultivaba mucho grano, pero también existía una industria molinera muy potente”, apunta Hostalet.

 

¿Qué necesita Blat de La Marina para que sea sustentable? La integralidad total de todos aquellos actores que pueden garantizar su perdurabilidad y sostenibilidad pasando por aglutinar a agricultores, productores, trasportistas, panaderías, obradores, el sector hostelero y particulares que desean optar por harinas más saludables, sabrosas y muy baja en gluten. Un hecho del que ya se ha hecho eco prestigiosos restauradores como Ricard Camarena.

 

A día de hoy, el proyecto se ha vinculado con hornos y un colectivo que ha creado un molino, de forma que cuando se siembra el trigo; ya se tiene garantizado un porcentaje del precio de venta al público que permite, de momento, cubrir los gastos de producción. La viabilidad pasa por concienciar sobre la genuinidad de un tesoro único que sólo se puede encontrar en La Marina.

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