Editorial
La esencia de la democracia: representar a todos por igual
Hoy, una vez más, presencié un acto que refleja una problemática que lleva tiempo arraigada en nuestro tejido político. Si bien se podría creer que son circunstancias o situaciones puntuales, la realidad demuestra que esta actitud ha sido reiterativa en el tiempo. Me refiero a la tendencia que tienen algunos representantes políticos de favorecer o dar atención solo a aquellas asociaciones o sectores que comulgan con su ideología o que, en su momento, depositaron su confianza en ellos a través del voto.
Cuando alguien se convierte en el máximo representante de la política municipal, no lo es únicamente de quienes le han dado su apoyo, sino que se convierte en el representante de todos y cada uno de los habitantes de su municipio. Es un principio básico de democracia que, lamentablemente, parece olvidarse con facilidad.
No se trata únicamente de un deber moral o ético, sino también de una responsabilidad intrínseca al cargo. La máxima autoridad local debe velar por el bienestar y los intereses de todos, independientemente de su filiación política. Al dejar de lado a ciertas asociaciones o colectivos, no solo demuestra falta de educación y decoro, sino también una visión estrecha y parcial del concepto de representación.
Me gustaría hacer un llamado, no solo a quienes están al frente de nuestros municipios o forman parte de los equipos de gobierno, sino también a aquellos que se sientan en la oposición. Ustedes, queridos representantes, tienen en sus manos la confianza de todo un colectivo, no solo de quienes les apoyan. Y, aunque no todos estén de acuerdo con sus propuestas o visiones, merecen ser escuchados, respetados y tomados en cuenta.
La verdadera democracia se construye desde el respeto, la inclusión y la equidad. Si queremos un municipio donde todos se sientan representados y participen activamente en su desarrollo, debemos empezar por garantizar que todos se sientan escuchados y valorados. La próxima vez que se encuentren en un espacio donde convergen distintas voces y opiniones, les insto a que se acerquen a todos, sin distinciones. Solo así lograremos una sociedad más justa, cohesionada y participativa.
Vicente Bolufer

Hoy, una vez más, presencié un acto que refleja una problemática que lleva tiempo arraigada en nuestro tejido político. Si bien se podría creer que son circunstancias o situaciones puntuales, la realidad demuestra que esta actitud ha sido reiterativa en el tiempo. Me refiero a la tendencia que tienen algunos representantes políticos de favorecer o dar atención solo a aquellas asociaciones o sectores que comulgan con su ideología o que, en su momento, depositaron su confianza en ellos a través del voto.
Cuando alguien se convierte en el máximo representante de la política municipal, no lo es únicamente de quienes le han dado su apoyo, sino que se convierte en el representante de todos y cada uno de los habitantes de su municipio. Es un principio básico de democracia que, lamentablemente, parece olvidarse con facilidad.
No se trata únicamente de un deber moral o ético, sino también de una responsabilidad intrínseca al cargo. La máxima autoridad local debe velar por el bienestar y los intereses de todos, independientemente de su filiación política. Al dejar de lado a ciertas asociaciones o colectivos, no solo demuestra falta de educación y decoro, sino también una visión estrecha y parcial del concepto de representación.
Me gustaría hacer un llamado, no solo a quienes están al frente de nuestros municipios o forman parte de los equipos de gobierno, sino también a aquellos que se sientan en la oposición. Ustedes, queridos representantes, tienen en sus manos la confianza de todo un colectivo, no solo de quienes les apoyan. Y, aunque no todos estén de acuerdo con sus propuestas o visiones, merecen ser escuchados, respetados y tomados en cuenta.
La verdadera democracia se construye desde el respeto, la inclusión y la equidad. Si queremos un municipio donde todos se sientan representados y participen activamente en su desarrollo, debemos empezar por garantizar que todos se sientan escuchados y valorados. La próxima vez que se encuentren en un espacio donde convergen distintas voces y opiniones, les insto a que se acerquen a todos, sin distinciones. Solo así lograremos una sociedad más justa, cohesionada y participativa.
Vicente Bolufer

















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