Noticias de Dénia
Etimología del Monte Mongó
Artículo de opinión ciudadana por Pedro Fuentes Caballero
Imagen de Pedro Fuentes Caballero
Se ha escrito mucho sobre la etimología del origen de la palabra "Mongó", aunque no se ha llegado a una conclusión definitiva, al menos se han propuesto teorías ingeniosas. A menudo, aquellos que investigan etimologías pueden confundirse al considerar como válido algo que en realidad no lo es, como dice un refrán italiano: "qui la sutiglia Ia gasta". A continuación, se presentan algunas de las teorías propuestas.
Una de las teorías sugiere que el nombre del monte proviene de "Magón", un famoso capitán cartaginés que, según algunos, estuvo en Dénia, al igual que Mario, quien dio nombre a la sierra de Mariola; pero ¿qué crédito podrá merecer esta opinión, cuando ni las historias más apasionadas dicen que Magón estuviese en Denia?
En segundo lugar, hay quienes sugieren que el nombre proviene de la palabra griega Monokos, que significa único y eminentísimo, reflejando así la grandeza del monte en cuestión. Aunque esta etimología podría ser válida para un nombre común, al tratarse de un nombre propio, no basta con buscar similitudes superficiales en los significados de las palabras. Un nombre propio tiene un trasfondo histórico que debe ser considerado antes de sacar conclusiones. Por lo tanto, es necesario suspender el juicio sobre la falsedad de esta etimología hasta que se demuestre cuál es la verdadera.
En tercer lugar, hay quienes creen que los sagas, al establecer Denia, nombraron al monte cercano como “Mons Sagon”. Con el tiempo, se perdió una "s", como suele ocurrir cuando la última letra de la primera palabra es igual a la segunda, resultando en “Monsagon”, luego “Mongon” y finalmente Mongó. Sin embargo, esta teoría presenta varios inconvenientes. En primer lugar, asume como un hecho histórico la fundación de Denia por los sagas, sin ninguna evidencia que lo respalde. En segundo lugar, para que esta teoría sea válida, se requeriría que los sagas hablaran latín. Además, el hecho de que fundaran la ciudad no implica necesariamente que le dieran nombre al monte cercano.
Cuarta. El V. P. Fr. Pedro Esteve sugiere que la palabra "Mongó" proviene de "Montgoy", lo que según él significa "Mont de gent" o "monte de la gentilidad", ya que en hebreo "goy" se refiere a aquellos que no son de Israel. Esta teoría parece más plausible que las anteriores, dado que en el lemosín hay muchas palabras hebreas debido a la presencia de una gran población judía en nuestras ciudades.
La quinta y sexta etapas de la derivación del nombre de Mongó según el P. Diago se relacionan con el Monte Júpiter. Se cree que inicialmente se derivó de "Mons Jovis", un monte que, debido a su gran altura, fue consagrado a Júpiter. Con el paso del tiempo, el nombre se transformó en "Monjó" y finalmente, debido a un cambio sutil en la última letra, se estableció como "Mongó".
A simple vista, se puede notar la falta de fundamento de esta opinión, la cual parece estar motivada únicamente por la persistente obsesión del autor por contradecir a Beuter y Escolano, quienes derivan la etimología de “Mons Agon”, o monte de los juegos y luchas de agones. Diago, al respaldar su punto de vista, afirma que las leyes de los focenses de Denia prohibían dichos juegos; sin embargo, es importante tener en cuenta que en este aspecto en particular, el lector ya sabe a qué atenerse, e incluso el mismo escritor, al mencionar dichas leyes, no hace referencia a tal prohibición.
Palau rechaza la afirmación de Diago y respalda a los otros cronistas al afirmar que en la cima del Monte Mongó existían en su época los restos y ruinas de un gran recinto de calicanto, que probablemente era el lugar destinado para las competencias de lucha. Estas festividades, conocidas por los romanos como agonalia, se celebraban anualmente a principios de enero en honor a Jano. Según este autor, consistían en enfrentamientos cuerpo a cuerpo, donde los luchadores estaban desnudos, untados de aceite y con los puños armados con placas de hierro o plomo sujetas firmemente con correas, lo que les valió el nombre de púgiles.
La séptima y última idea que considero no como una opinión, sino como un hecho histórico, es que la palabra "Mongó" se deriva de "Mont Caon". Es innegable que nuestro monte era conocido como monte Caon en el siglo X, tal como lo confirma el famoso Casiri al referirse al libro "Re rustica", atribuido a un autor árabe llamado Abd-elRahaman-Abu-Mathreph. En este libro se aborda principalmente el tema de las plantas que crecen en la costa de Denia y en las laderas de su monte “Caon” o “Mongon”, conocido como “Caun” en Nubia.
Se ha demostrado el nombre original de esta famosa montaña, que antes era conocida como “Mont Caon”, puede transformarse fácilmente en Mongó. Los cambios incluyen la pérdida de la "t" en "mont", la transformación de la "c" en "g", y la modificación de los diptongos "ao" o "au" a "o".
En la mayoría de los casos, es común que al unir dos palabras en un compuesto, si la primera palabra termina en consonante y la siguiente comienza con la misma consonante, una de ellas se elimina, especialmente la del medio cuando se combinan tres palabras.
El segundo punto es igualmente común, ya que aquellos que pronuncian la c y la g de forma aislada tienden a confundirlas, siendo casi lo mismo decir “Mongon” que “Moncon”.
Esta situación también ocurre con frecuencia entre los árabes e incluso entre los franceses, ya que para ellos los diptongos ao y au suenan igual que la letra o.
Pedro Fuentes Caballero
Imagen de Pedro Fuentes CaballeroSe ha escrito mucho sobre la etimología del origen de la palabra "Mongó", aunque no se ha llegado a una conclusión definitiva, al menos se han propuesto teorías ingeniosas. A menudo, aquellos que investigan etimologías pueden confundirse al considerar como válido algo que en realidad no lo es, como dice un refrán italiano: "qui la sutiglia Ia gasta". A continuación, se presentan algunas de las teorías propuestas.
Una de las teorías sugiere que el nombre del monte proviene de "Magón", un famoso capitán cartaginés que, según algunos, estuvo en Dénia, al igual que Mario, quien dio nombre a la sierra de Mariola; pero ¿qué crédito podrá merecer esta opinión, cuando ni las historias más apasionadas dicen que Magón estuviese en Denia?
En segundo lugar, hay quienes sugieren que el nombre proviene de la palabra griega Monokos, que significa único y eminentísimo, reflejando así la grandeza del monte en cuestión. Aunque esta etimología podría ser válida para un nombre común, al tratarse de un nombre propio, no basta con buscar similitudes superficiales en los significados de las palabras. Un nombre propio tiene un trasfondo histórico que debe ser considerado antes de sacar conclusiones. Por lo tanto, es necesario suspender el juicio sobre la falsedad de esta etimología hasta que se demuestre cuál es la verdadera.
En tercer lugar, hay quienes creen que los sagas, al establecer Denia, nombraron al monte cercano como “Mons Sagon”. Con el tiempo, se perdió una "s", como suele ocurrir cuando la última letra de la primera palabra es igual a la segunda, resultando en “Monsagon”, luego “Mongon” y finalmente Mongó. Sin embargo, esta teoría presenta varios inconvenientes. En primer lugar, asume como un hecho histórico la fundación de Denia por los sagas, sin ninguna evidencia que lo respalde. En segundo lugar, para que esta teoría sea válida, se requeriría que los sagas hablaran latín. Además, el hecho de que fundaran la ciudad no implica necesariamente que le dieran nombre al monte cercano.
Cuarta. El V. P. Fr. Pedro Esteve sugiere que la palabra "Mongó" proviene de "Montgoy", lo que según él significa "Mont de gent" o "monte de la gentilidad", ya que en hebreo "goy" se refiere a aquellos que no son de Israel. Esta teoría parece más plausible que las anteriores, dado que en el lemosín hay muchas palabras hebreas debido a la presencia de una gran población judía en nuestras ciudades.
La quinta y sexta etapas de la derivación del nombre de Mongó según el P. Diago se relacionan con el Monte Júpiter. Se cree que inicialmente se derivó de "Mons Jovis", un monte que, debido a su gran altura, fue consagrado a Júpiter. Con el paso del tiempo, el nombre se transformó en "Monjó" y finalmente, debido a un cambio sutil en la última letra, se estableció como "Mongó".
A simple vista, se puede notar la falta de fundamento de esta opinión, la cual parece estar motivada únicamente por la persistente obsesión del autor por contradecir a Beuter y Escolano, quienes derivan la etimología de “Mons Agon”, o monte de los juegos y luchas de agones. Diago, al respaldar su punto de vista, afirma que las leyes de los focenses de Denia prohibían dichos juegos; sin embargo, es importante tener en cuenta que en este aspecto en particular, el lector ya sabe a qué atenerse, e incluso el mismo escritor, al mencionar dichas leyes, no hace referencia a tal prohibición.
Palau rechaza la afirmación de Diago y respalda a los otros cronistas al afirmar que en la cima del Monte Mongó existían en su época los restos y ruinas de un gran recinto de calicanto, que probablemente era el lugar destinado para las competencias de lucha. Estas festividades, conocidas por los romanos como agonalia, se celebraban anualmente a principios de enero en honor a Jano. Según este autor, consistían en enfrentamientos cuerpo a cuerpo, donde los luchadores estaban desnudos, untados de aceite y con los puños armados con placas de hierro o plomo sujetas firmemente con correas, lo que les valió el nombre de púgiles.
La séptima y última idea que considero no como una opinión, sino como un hecho histórico, es que la palabra "Mongó" se deriva de "Mont Caon". Es innegable que nuestro monte era conocido como monte Caon en el siglo X, tal como lo confirma el famoso Casiri al referirse al libro "Re rustica", atribuido a un autor árabe llamado Abd-elRahaman-Abu-Mathreph. En este libro se aborda principalmente el tema de las plantas que crecen en la costa de Denia y en las laderas de su monte “Caon” o “Mongon”, conocido como “Caun” en Nubia.
Se ha demostrado el nombre original de esta famosa montaña, que antes era conocida como “Mont Caon”, puede transformarse fácilmente en Mongó. Los cambios incluyen la pérdida de la "t" en "mont", la transformación de la "c" en "g", y la modificación de los diptongos "ao" o "au" a "o".
En la mayoría de los casos, es común que al unir dos palabras en un compuesto, si la primera palabra termina en consonante y la siguiente comienza con la misma consonante, una de ellas se elimina, especialmente la del medio cuando se combinan tres palabras.
El segundo punto es igualmente común, ya que aquellos que pronuncian la c y la g de forma aislada tienden a confundirlas, siendo casi lo mismo decir “Mongon” que “Moncon”.
Esta situación también ocurre con frecuencia entre los árabes e incluso entre los franceses, ya que para ellos los diptongos ao y au suenan igual que la letra o.
Pedro Fuentes Caballero

















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