Artículo de opinión ciudadana
Los amantes de Santa Paula Dénia 1887
Las fiestas de Santa Paula a finales de Julio de 1887 cortaron bruscamente el hilo de lo cotidiano de los vecinos de Dénia, porque no se hablaba más que de la tragedia que ninguno lograba sacarse del pensamiento.
En la partida de Santa Paula, en una de aquellas casitas de paredes encaladas, con una cisterna de agua fresca al lado y una higuera vieja que daba sombra en los momentos de descanso, vivía Vicente Grimalt Grimalt, un jornalero natural de Senija que trabajaba un trozo de tierra de secano plantado de viñas. Aprovechando la proximidad del barranco del Saladar también se dedicaba al cultivo de alguna hortaliza, mas para el consumo propio que para la venta en el mercado. Y un corral con gallinas y conejos para alimentarse él y su familia de los alimentos básicos.
Vicente tenía 46 años y se había venido a Dénia 9 años antes, después de enviudar de la primera mujer, la senijera Paquita Ronda. Ya establecido en Santa Paula, Vicente, mantiene relaciones con una joven vecina, Paquita Soler, con quien se casa el 14 de noviembre de 1879. Tres años después, el 4 de diciembre de 1882, llega la primera hija del nuevo matrimonio, María Rosa. A principios de 1886 llega a vivir a la casa Luisa Grimalt Ronda, hija del primer matrimonio de Vicente, que también quedo viuda al poco de casarse con un chico de Senija y con tan solo 17 años.
La joven recién llegada es objeto bien pronto de las atenciones de Jaime Soler, un sobrino de la mujer con la que se había casado el padre y que terminaba de ser licenciado del ejercito. Los encuentros de la pareja eran muy frecuentes y el cortejo es conocido y aceptado por todos. Luisa tenía entonces 19 años y Jaime 23. Cada día estaban más horas juntos y hacían más cosas en común. Pero Jaime se mostraba inquieto desde hacía días. Algunos intentos para profundizar en aquel amor fueron cortados por Luisa por motivos que él no termina de entender.
El domingo 24 de Julio al caer el sol, los jóvenes se encuentran como tienen por costumbre en la casita del padre de Luisa. Se dan un beso en la mejilla e intercambian una sonrisa, se cogen de la mano y se pierden por los caminos de alrededor. Normalmente dan un paseo entre charlas y risas, pero eso dura poco. Jaime plantea ir más allá y otra vez Luisa no cede. Jaime se enfada y coge por los brazos a Luisa, que le pide calma dentro de su desconcierto. No logra reconocer al joven. Jaime aprieta con fuerza el brazo de Luisa, y en un berrinche la tira contra un seto. Pero no ha terminado aun de maltratarla, pues Luisa siente el puño de él en la cara y pierde el conocimiento. Entonces Jaime reacciona y consigue que se reanime, pero Luisa al abrir los ojos no ve ya a su novio, ve a su agresor violento y furioso. Se levanta como puede y corre hacia la casa. Llorando cuenta a su padre lo que acaba de pasar. Vicente enfurecido se enfrenta a Jaime que caminaba hacia la casa diciéndole, que no dé un paso más. Jaime no hace caso, el padre le corta el paso y empujándole le saca de la casa. Gritándole le dice que no le quiere ver más por allí y que no vuelva aponer las manos encima de su hija. El chico se va y le grita diciéndole que los matara a los dos.
Jaime vuelve a su casa donde vive con sus padres. El jueves se levanta temprano y con seguridad coge la escopeta de dos cañones y la carga. Su madre le pregunta que hace y le responde que va a matar a Luisa. La madre de Jaime va a la casita de Vicente y le avisa. El jueves no se sabe nada de el y por la noche no duerme en casa. El viernes 29 de julio, en la casita de santa Paula se oye un ruido como un trueno. Vicente entra rápido en la cocina donde su hija prepara el desayuno, Jaime desde la reja de la ventana ha disparado y de un solo tiro atraviesa la cabeza de la mujer que tanto quería. Se aleja unos pasos, pone en cañón debajo de la barba y aprieta el gatillo, su cuerpo cae desplomado con la cabeza destrozada. El sábado 30 de julio el cadáver de Luisa recibe cristiana sepultura en Dénia. No hay documento que digan donde fue enterrado Jaime Soler.
Pedro Fuentes Caballero
President de l’Associació cultural Roc Chabàs de Dénia

Las fiestas de Santa Paula a finales de Julio de 1887 cortaron bruscamente el hilo de lo cotidiano de los vecinos de Dénia, porque no se hablaba más que de la tragedia que ninguno lograba sacarse del pensamiento.
En la partida de Santa Paula, en una de aquellas casitas de paredes encaladas, con una cisterna de agua fresca al lado y una higuera vieja que daba sombra en los momentos de descanso, vivía Vicente Grimalt Grimalt, un jornalero natural de Senija que trabajaba un trozo de tierra de secano plantado de viñas. Aprovechando la proximidad del barranco del Saladar también se dedicaba al cultivo de alguna hortaliza, mas para el consumo propio que para la venta en el mercado. Y un corral con gallinas y conejos para alimentarse él y su familia de los alimentos básicos.
Vicente tenía 46 años y se había venido a Dénia 9 años antes, después de enviudar de la primera mujer, la senijera Paquita Ronda. Ya establecido en Santa Paula, Vicente, mantiene relaciones con una joven vecina, Paquita Soler, con quien se casa el 14 de noviembre de 1879. Tres años después, el 4 de diciembre de 1882, llega la primera hija del nuevo matrimonio, María Rosa. A principios de 1886 llega a vivir a la casa Luisa Grimalt Ronda, hija del primer matrimonio de Vicente, que también quedo viuda al poco de casarse con un chico de Senija y con tan solo 17 años.
La joven recién llegada es objeto bien pronto de las atenciones de Jaime Soler, un sobrino de la mujer con la que se había casado el padre y que terminaba de ser licenciado del ejercito. Los encuentros de la pareja eran muy frecuentes y el cortejo es conocido y aceptado por todos. Luisa tenía entonces 19 años y Jaime 23. Cada día estaban más horas juntos y hacían más cosas en común. Pero Jaime se mostraba inquieto desde hacía días. Algunos intentos para profundizar en aquel amor fueron cortados por Luisa por motivos que él no termina de entender.
El domingo 24 de Julio al caer el sol, los jóvenes se encuentran como tienen por costumbre en la casita del padre de Luisa. Se dan un beso en la mejilla e intercambian una sonrisa, se cogen de la mano y se pierden por los caminos de alrededor. Normalmente dan un paseo entre charlas y risas, pero eso dura poco. Jaime plantea ir más allá y otra vez Luisa no cede. Jaime se enfada y coge por los brazos a Luisa, que le pide calma dentro de su desconcierto. No logra reconocer al joven. Jaime aprieta con fuerza el brazo de Luisa, y en un berrinche la tira contra un seto. Pero no ha terminado aun de maltratarla, pues Luisa siente el puño de él en la cara y pierde el conocimiento. Entonces Jaime reacciona y consigue que se reanime, pero Luisa al abrir los ojos no ve ya a su novio, ve a su agresor violento y furioso. Se levanta como puede y corre hacia la casa. Llorando cuenta a su padre lo que acaba de pasar. Vicente enfurecido se enfrenta a Jaime que caminaba hacia la casa diciéndole, que no dé un paso más. Jaime no hace caso, el padre le corta el paso y empujándole le saca de la casa. Gritándole le dice que no le quiere ver más por allí y que no vuelva aponer las manos encima de su hija. El chico se va y le grita diciéndole que los matara a los dos.
Jaime vuelve a su casa donde vive con sus padres. El jueves se levanta temprano y con seguridad coge la escopeta de dos cañones y la carga. Su madre le pregunta que hace y le responde que va a matar a Luisa. La madre de Jaime va a la casita de Vicente y le avisa. El jueves no se sabe nada de el y por la noche no duerme en casa. El viernes 29 de julio, en la casita de santa Paula se oye un ruido como un trueno. Vicente entra rápido en la cocina donde su hija prepara el desayuno, Jaime desde la reja de la ventana ha disparado y de un solo tiro atraviesa la cabeza de la mujer que tanto quería. Se aleja unos pasos, pone en cañón debajo de la barba y aprieta el gatillo, su cuerpo cae desplomado con la cabeza destrozada. El sábado 30 de julio el cadáver de Luisa recibe cristiana sepultura en Dénia. No hay documento que digan donde fue enterrado Jaime Soler.
Pedro Fuentes Caballero
President de l’Associació cultural Roc Chabàs de Dénia
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