Opinión Ciudadana
Nuestra protectora militar del Reino de Valencia: La Mare dels Desamparats
Foto: Archivo Luis Vidal Corell
Al ingresar a la Basílica, pocas personas recuerdan que se encuentran en un monumento concebido en épocas complicadas para los antepasados. Los sillares de esta edificación son un testimonio de agradecimiento a la Virgen por su amparo durante la epidemia de 1648 y por la victoria del Reino de Valencia en la "guerra dels Segadors". Este conflicto tuvo lugar en 1650, cuando el Maestrazgo fue atacado de manera injusta por fuerzas francesas y catalanas. La agresividad del enemigo había aumentado debido a la debilidad de las tropas enviadas por Felipe IV. Para ilustrar la desastrosa actuación de estas fuerzas, se menciona que en el cruce del Ebro, el 11 de septiembre de 1650, se ahogaron 50 soldados reales y 80 de infantería, que fueron arrastrados por un remolino.
Los catalanes, llenos de confianza, creían que el Reino de Valencia sería una presa fácil y que no ofrecería resistencia. Sin embargo, estaban equivocados. Según Bartolomé Villalba, los preparativos militares comenzaron antes de conquistar Tortosa, sacando a la Virgen de los Desamparados con gran pompa de su Capilla. Con anterioridad, se organizaron oradores que la ensalzaban, siguiendo un ritual similar al actual. El narrador evoca el enfrentamiento y las arengas que se pronunciaron: no temáis, ilustres valencianos, nuestra insignia es la Madre de los Desamparados.
Tras la victoria en el Ebro, los tercios del Reino deseaban continuar la lucha con la intención de entrar en Barcelona. Dos días después del regreso del ejército, el 11 de diciembre de 1650, se llevó a cabo en la catedral una acción de gracias a la imagen de los Desamparados por la restauración (conquista) de Tortosa, reconociendo que su protección fue clave para el triunfo de sus armas. El evento fue asombroso: se retira a N. S. de los Desamparados de su capilla en la Seo. La leal ciudad despliega sus banderas, se entona un canto de victoria y, en nombre de la Reina de los Desamparados, se proclama vencedor al Reino de Valencia.
De inmediato, se activó el proyecto de la Basílica, que había estado en pausa durante años; así, en 1652 se iniciaron las excavaciones para los cimientos. Este triunfo sobre Cataluña y Francia, bajo la protección de la Virgen de los Desamparados, convirtió su imagen en un símbolo recurrente en los episodios bélicos del Reino, como ocurrió durante la guerra de Sucesión y en la lucha contra Napoleón.
La devoción a la Mare dels Desamparats también se propagó en aquellos lugares donde había valencianos. Esto se evidenció en el Hospital Real de la Corona de Aragón a inicios del siglo XVII, cuando Madrid recuperó su estatus como capital del imperio y se comenzaron a construir hospitales para atender a los súbditos que enfermaban durante su estancia en la corte. El Hospital de la Corona fue inaugurado en 1617, aunque el terreno, donado por el catalán Gaspar Pons, estaba en una de las zonas más insalubres y desoladas de las afueras de Madrid, solo apto para roedores y anfibios.
A pesar de las expectativas, la revaluación del terreno no se materializó, incluso con el apoyo financiero de Felipe III y la nobleza de la Corona que habitaba en Madrid. Los enfermos que se encontraban en un lugar tan insalubre no lograban sobrevivir. El valenciano Samper comentaba que la región no era adecuada para los enfermos, ya que los aires no son tan puros como en otras localidades, y además está demasiado alejada del comercio y la actividad de la corte.
En 1658, un destacado valenciano, Crespí de Valldaura, intervino para solucionar la situación. Colocó la primera piedra del nuevo Hospital de la Corona, ubicado junto a la plazuela de Antón Martín, como detalla en su manuscrito autógrafo en la Biblioteca Nacional de Madrid. A este evento también acudieron otros dignatarios del Reino, como el conde de Albatera y los caballeros de Montesa. La imagen de la Mare dels Desamparats fue considerada la protectora de los enfermos regnicolas. Sin embargo, se generó descontento porque la Virgen de los Desamparados no era una escultura, como se esperaba, sino un lienzo.
En 1685, Antonio Folch, protector del Real Hospital, decidió rendir homenaje a la Virgen de los Desamparados mediante una escultura, agradecido por la salud recibida. En el templo se encontraban las figuras titulares de la Corona: Desamparados, Pilar y Montserrat, pero solo en la primera faltaba la representación escultórica. El 9 de febrero de 1686, se retiró el lienzo y se instaló el Divino simulacro. Con esto, Madrid logró esa igualdad y dejó de envidiar a Valencia.
En los documentos relacionados con la Mare dels Desamparats, se cuidaba con especial atención la particularidad de la lengua valenciana, algo que también se reflejaba en los certámenes poéticos. En un cartel de desafío literario se permitía el uso del valenciano, castellano o latín.
Pedro Fuentes Caballero
Presidente de l’Associació Cultural Roc Chabàs de Dénia

Al ingresar a la Basílica, pocas personas recuerdan que se encuentran en un monumento concebido en épocas complicadas para los antepasados. Los sillares de esta edificación son un testimonio de agradecimiento a la Virgen por su amparo durante la epidemia de 1648 y por la victoria del Reino de Valencia en la "guerra dels Segadors". Este conflicto tuvo lugar en 1650, cuando el Maestrazgo fue atacado de manera injusta por fuerzas francesas y catalanas. La agresividad del enemigo había aumentado debido a la debilidad de las tropas enviadas por Felipe IV. Para ilustrar la desastrosa actuación de estas fuerzas, se menciona que en el cruce del Ebro, el 11 de septiembre de 1650, se ahogaron 50 soldados reales y 80 de infantería, que fueron arrastrados por un remolino.
Los catalanes, llenos de confianza, creían que el Reino de Valencia sería una presa fácil y que no ofrecería resistencia. Sin embargo, estaban equivocados. Según Bartolomé Villalba, los preparativos militares comenzaron antes de conquistar Tortosa, sacando a la Virgen de los Desamparados con gran pompa de su Capilla. Con anterioridad, se organizaron oradores que la ensalzaban, siguiendo un ritual similar al actual. El narrador evoca el enfrentamiento y las arengas que se pronunciaron: no temáis, ilustres valencianos, nuestra insignia es la Madre de los Desamparados.
Tras la victoria en el Ebro, los tercios del Reino deseaban continuar la lucha con la intención de entrar en Barcelona. Dos días después del regreso del ejército, el 11 de diciembre de 1650, se llevó a cabo en la catedral una acción de gracias a la imagen de los Desamparados por la restauración (conquista) de Tortosa, reconociendo que su protección fue clave para el triunfo de sus armas. El evento fue asombroso: se retira a N. S. de los Desamparados de su capilla en la Seo. La leal ciudad despliega sus banderas, se entona un canto de victoria y, en nombre de la Reina de los Desamparados, se proclama vencedor al Reino de Valencia.
De inmediato, se activó el proyecto de la Basílica, que había estado en pausa durante años; así, en 1652 se iniciaron las excavaciones para los cimientos. Este triunfo sobre Cataluña y Francia, bajo la protección de la Virgen de los Desamparados, convirtió su imagen en un símbolo recurrente en los episodios bélicos del Reino, como ocurrió durante la guerra de Sucesión y en la lucha contra Napoleón.
La devoción a la Mare dels Desamparats también se propagó en aquellos lugares donde había valencianos. Esto se evidenció en el Hospital Real de la Corona de Aragón a inicios del siglo XVII, cuando Madrid recuperó su estatus como capital del imperio y se comenzaron a construir hospitales para atender a los súbditos que enfermaban durante su estancia en la corte. El Hospital de la Corona fue inaugurado en 1617, aunque el terreno, donado por el catalán Gaspar Pons, estaba en una de las zonas más insalubres y desoladas de las afueras de Madrid, solo apto para roedores y anfibios.
A pesar de las expectativas, la revaluación del terreno no se materializó, incluso con el apoyo financiero de Felipe III y la nobleza de la Corona que habitaba en Madrid. Los enfermos que se encontraban en un lugar tan insalubre no lograban sobrevivir. El valenciano Samper comentaba que la región no era adecuada para los enfermos, ya que los aires no son tan puros como en otras localidades, y además está demasiado alejada del comercio y la actividad de la corte.
En 1658, un destacado valenciano, Crespí de Valldaura, intervino para solucionar la situación. Colocó la primera piedra del nuevo Hospital de la Corona, ubicado junto a la plazuela de Antón Martín, como detalla en su manuscrito autógrafo en la Biblioteca Nacional de Madrid. A este evento también acudieron otros dignatarios del Reino, como el conde de Albatera y los caballeros de Montesa. La imagen de la Mare dels Desamparats fue considerada la protectora de los enfermos regnicolas. Sin embargo, se generó descontento porque la Virgen de los Desamparados no era una escultura, como se esperaba, sino un lienzo.
En 1685, Antonio Folch, protector del Real Hospital, decidió rendir homenaje a la Virgen de los Desamparados mediante una escultura, agradecido por la salud recibida. En el templo se encontraban las figuras titulares de la Corona: Desamparados, Pilar y Montserrat, pero solo en la primera faltaba la representación escultórica. El 9 de febrero de 1686, se retiró el lienzo y se instaló el Divino simulacro. Con esto, Madrid logró esa igualdad y dejó de envidiar a Valencia.
En los documentos relacionados con la Mare dels Desamparats, se cuidaba con especial atención la particularidad de la lengua valenciana, algo que también se reflejaba en los certámenes poéticos. En un cartel de desafío literario se permitía el uso del valenciano, castellano o latín.
Pedro Fuentes Caballero
Presidente de l’Associació Cultural Roc Chabàs de Dénia
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