Artículo de opinión ciudadana
Los Minyons del Reino de Valéncia: la primera policía valenciana
Los Minyons del Reino deValéncia: la primera policía valenciana
Antes de que Cataluña o el País Vasco presumieron de tener cuerpos propios de seguridad, Valencia ya contaba en sus Minyons, una institución de orden público tan antigua como gloriosa. Creados en el siglo XVI, los Minyons fueron un cuerpo de vigilancia y protección ciudadana que dependía directamente de la Generalitat del Reino de Valencia.
Su objetivo era claro y noble: perseguir a los malhechores, mantener la paz y ayudar a la administración de la justicia en todo el territorio del Reino. A diferencia de otros cuerpos posteriores, los Minyons no se encargaban sólo de la ciudad o de unas pocas comarcas; tenían el deber de recorrer cada mes todo el Reino de Valencia, de Vinaròs hasta Orihuela, “para limpiarlo de malhechores”. Era una auténtica ronda de seguridad valenciana, pionera y eficiente, que combinaba firmeza y sentido de justicia.
Vestían un uniforme propio, donde predominaba el color azul, símbolo de autoridad y serenidad. Aquella vestimenta les distinguía claramente de los soldados o de las milicias de otros reinos, mostrando el estilo propio y la identidad institucional del pueblo valenciano.
Contrariamente a lo que muchos piensan, ni Felipe V ni los Decretos de Nueva Planta acabaron en este cuerpo tan nuestro. De hecho, el monarca borbón, lejos de abolirlos, los potenció a través del gobernador Félix de la Croix de Chevrieres, quien reorganizó a los Minyons y les llevó a vivir una de sus épocas más prestigiosas.
El golpe definitivo no llegó hasta la Revolución de 1868, cuando los progresistas -en nombre de un falso centralismo modernizador- disolvieron un cuerpo centenario, de raíz y estructura propia valenciana. Aquel proceso centralizador dejó huérfano en nuestra tierra de una policía propia, de un instrumento de seguridad nacido del pueblo y para el pueblo.
Pero el espíritu de los Minyons todavía respira en Valencia. Si hoy pasa por el Parterre, frente a la escultura de Jaime I, podrá sentir esa presencia viva del pasado. Cuenta la tradición que en el interior del monumento se esconde el sombrero de uno de los últimos Minyons, Rafael Martí, su caballo sirvió de modelo al escultor para dar forma al caballo del rey Jaime I el Conquistador.
Dos símbolos inmortales unidos en una sola obra: el rey que fundó el Reino de Valencia y el Minyó que lo protegía. Una recorta silenciosa, pero profunda, de que nuestra tierra tuvo instituciones propias mucho antes que otras y que el espíritu de orden, justicia y valencianidad sigue vigilándonos desde la memoria.
Pedro Fuentes Caballero
Los Minyons del Reino deValéncia: la primera policía valencianaAntes de que Cataluña o el País Vasco presumieron de tener cuerpos propios de seguridad, Valencia ya contaba en sus Minyons, una institución de orden público tan antigua como gloriosa. Creados en el siglo XVI, los Minyons fueron un cuerpo de vigilancia y protección ciudadana que dependía directamente de la Generalitat del Reino de Valencia.
Su objetivo era claro y noble: perseguir a los malhechores, mantener la paz y ayudar a la administración de la justicia en todo el territorio del Reino. A diferencia de otros cuerpos posteriores, los Minyons no se encargaban sólo de la ciudad o de unas pocas comarcas; tenían el deber de recorrer cada mes todo el Reino de Valencia, de Vinaròs hasta Orihuela, “para limpiarlo de malhechores”. Era una auténtica ronda de seguridad valenciana, pionera y eficiente, que combinaba firmeza y sentido de justicia.
Vestían un uniforme propio, donde predominaba el color azul, símbolo de autoridad y serenidad. Aquella vestimenta les distinguía claramente de los soldados o de las milicias de otros reinos, mostrando el estilo propio y la identidad institucional del pueblo valenciano.
Contrariamente a lo que muchos piensan, ni Felipe V ni los Decretos de Nueva Planta acabaron en este cuerpo tan nuestro. De hecho, el monarca borbón, lejos de abolirlos, los potenció a través del gobernador Félix de la Croix de Chevrieres, quien reorganizó a los Minyons y les llevó a vivir una de sus épocas más prestigiosas.
El golpe definitivo no llegó hasta la Revolución de 1868, cuando los progresistas -en nombre de un falso centralismo modernizador- disolvieron un cuerpo centenario, de raíz y estructura propia valenciana. Aquel proceso centralizador dejó huérfano en nuestra tierra de una policía propia, de un instrumento de seguridad nacido del pueblo y para el pueblo.
Pero el espíritu de los Minyons todavía respira en Valencia. Si hoy pasa por el Parterre, frente a la escultura de Jaime I, podrá sentir esa presencia viva del pasado. Cuenta la tradición que en el interior del monumento se esconde el sombrero de uno de los últimos Minyons, Rafael Martí, su caballo sirvió de modelo al escultor para dar forma al caballo del rey Jaime I el Conquistador.
Dos símbolos inmortales unidos en una sola obra: el rey que fundó el Reino de Valencia y el Minyó que lo protegía. Una recorta silenciosa, pero profunda, de que nuestra tierra tuvo instituciones propias mucho antes que otras y que el espíritu de orden, justicia y valencianidad sigue vigilándonos desde la memoria.
Pedro Fuentes Caballero














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